martes, 27 de marzo de 2012

De gran nivel

La producción de Peer Gynt, sorprendente, llena de recursos y de expresividad, de momentos incisivos, de gran belleza visual, con grandes actores, músicos en escena y toda suerte de sopresas es una producción para recordar.


Una de las obras maestras del noruego Henrik Ibsen, el mismo autor de Espectros y de Casa de Muñecas, llega a este décimo tercer festival de la mano de una compañía emblemática del Japón: la performing arts center de Shizouda creada, en la prefectura del  mismo nombre, con el objeto de impulsar el desarrollo de las artes escénicas en una región que se considera como el alfa y omega del teatro en ese país. Nada menos que el insigne Tadashi Suzuki, de quien aún se recuerda una impresionante puesta hace unos diez años en otro Festival, dirigió el grupo que hoy está a cargo del maestro Satoshi Miyagi quien, a su vez, es el director de un montaje que en buena hora incluyó en su minuta el Iberoamericano de este año.

La lectura de uno de los mitos más connotados del repertorio decimonónico europeo no sólo es difícil de superar, sino que le ha permitido a los bogotanos gozarse un espectáculo, literalmente, del más alto nivel que cuenta con una multitud de metáforas, de recursos escénicos como la iluminación llena de equilibrio; con una capacidad actoral poco común y aún con un espacio muy peculiar e impactante establecido por un inmenso tablero de juego, diseñado para sorprenderen cada escena, donde los personajes se mueven como impulsados por una fuerza inexplicable que es, por supuesto, el destino que manipuela de forma inexorable al protagonista de la obra.

Riqueza tanto plástica como interpretativa a rodos señalada  por el profesionalismo y la  disciplina de cada uno de quienes intervienen, tanto en el escenario como detrás de él, en la producción. Si  hubiera que utilizar un único sustantivo para comentar el resultado tendría que versatilidad: quienes están en el escenario actúan con tal abundancia de matices que pueden hacer reír o conmover sin apenas solución de continuidad, moverse con una soltura casi acrobática, aparecer y desaparecer sin cesar y, como si fuera poco, interpretar los instrumentos vernáculos tanto japoneses como de otros ámbitos que le dan una textura sonora muy particular a la puesta en escena.  El universalismo, construido a partir de la identidad como tiene que ser y como pregonaba Tolstoi, es una de las características de este Peer Gynt que por fuerza será recordado como uno de los platos fuertes de este festival.

                                                                                                

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